Un tema siempre preocupante para todos aquellos que estamos relacionados con la actividad docente y, especialmente, para aquellos que tenemos un contacto ligeramente algo más básico que el habitual con el uso de herramientas educativas en su vertiente más tecnológica, es saber dónde van a parar los datos que intercambiamos con nuestros alumnos. ¿Dónde van a parar esos datos, académicos en su mayor parte, pero sin olvidar la posibilidad de que algunos datos personales se mezclen con los anteriores, que se intercambian en las herramientas que hemos (o se ha) seleccionado en nuestro centro educativo para llevar el control del aprendizaje de nuestros alumnos?
Via Gumersindo Fernández