Mi cicatriz será el punto de partida de un mapa nuevo en mi cuerpo, un mapa que lleva a mí misma, sin más cimas que las que yo dibuje, sin más mares que los que me atreva a surcar para llegar a mi sueño. Y cada vez que la mire, sabré que he llegado. Más cansada, más dolorida, más gastada por el uso de mis días, pero infinitamente orgullosa de haber soportado la presión y ganado la batalla. Me recordará cómo he cambiado para soportarlo.
Cómo he tenido que inventar historias hermosas para llegar sin partirme en dos, cómo me he sujetado a mí misma para no caer en un marasmo de angustia y perder mi norte…
Me recordará que yo tengo la brújula y marco el camino. Que cuando quiero soy grande, enorme, increíble… Que todos los somos si queremos y lo creemos. Y le daré las gracias. Por estar. Por existir. Por encontrar en mí la prueba definitiva de que estoy viva y a punto para continuar. Por marcar un punto y parte en mi camino, una cordillera que separa lo vivido, un antes y un después en mi aprendizaje, en la necesidad de conocerme y amarme.
Para que no vuelva sobre mis pasos y pierda fuerza.
Para que no pierda la confianza…
Para que nunca más corra el riesgo de olvidar quién soy.