El viernes pasado (25 de abril), el quinto viernes negro de RTVE, la presentadora más longeva de TVE, Ana Blanco, la más aséptica, la más hermética, la que la cadena muestra desde 1991 como imagen de marca, se puso al frente del telediario de las nueve de la noche, vestida de negro. Un gesto que llevaban haciendo desde hacía cuatro semanas buena parte de los profesionales de la cadena, en señal de protesta por la deriva insoportable de la televisión publica hacia lugares oscuros de veras, tanto en la redacción como en sus apariciones en pantalla. Pero el gesto de la Blanco era especial.