'Códigos éticos y de buena administración local', por José Joaquín Jiménez Vacas | Acento Local
La aprobación de códigos éticos en el sector público es un signo de autorresponsabilidad y de “madurez” de las instituciones, que va más allá de cumplir con las obligaciones puramente legales y el tradicional principio de legalidad.
La provisión de un código ético supone un instrumento de autorregulación, parte de un sistema o marco de integridad pública, así como un elemento esencial de un Plan de Medidas Antifraude en el marco de la gestión de los fondos europeos del Mecanismo de Recuperación y Resiliencia[1].
Por consecuencia, este instrumento aspira a elevar los estándares de integridad y excelencia de la actuación de los servidores públicos, más allá del estricto cumplimiento de las normas.